sábado, 30 de octubre de 2010

La época de las pelusas

Las pelusas viven debajo de tu cama, detrás del sofá o en el hueco de la puerta. Tiene especial predilección por las suelas de las zaptillas de estar por casa y aunque tú no las veas ellas a ti sí. Agazapadas, acechantes… Parecen inofensivas, pero no. El hombreamadecasa nos enseña la cara más violenta de este mundo de suciedad y estulticia.

"Mercedes descubrió las pelusas al poco de cambiar el colegio mayor en el que pasó su primer año de carrera por un piso de estudiantes. Sorprendida por el hallazgo de unos seres desconocidos hasta el momento, se convenció de que formaban parte de la fauna autóctona de Murcia. Después, averiguó que no es que en Albacete no existieran, sino que su madre, escoba en mano, las combatía ferozmente, no dejando que ninguna de ellas pululara a sus anchas por la casa.

Las pelusas fueron olvidadas por Lineo cuando clasificó las especies por lo que durante muchos años fueron tomadas como seres inertes, pertenecientes al limbo de las cosas que no son ni animales ni vegetales ni minerales. Pero las pelusas son animales y con mucha mala leche, dicho sea de paso.
Su aspecto inofensivo es un ejemplo de brillante adaptación al medio. Permanecen quietas, como si la cosa no fuera con ellas y en cuanto alguien se acerca, ¡zas!, le arrean un bocado. Está demostrado que las pelusas se alimentan de la sangre de sus víctimas. De hecho, la escoba fue inventada por una mujer harta de recibir mordiscos de las pelusas que recogía del suelo, su hábitat predilecto aunque no exclusivo. Este dato ha sido ocultado durante siglos porque, ya se sabe, la historia está hecha por historiadores varones que, envidiosos y resentidos, han silenciado todos los logros conseguidos por las mujeres.

Quizás haya alguien que piense que todo esto es literatura barata disfrazada de falsa ciencia. Pero no es así. Lo ilustraré con una historia terrible. Hace unos años, mi hermana Marina se compró dos ranitas que guardó en uno de esos recipientes para tortugas, con su islita y su palmerita. Todo muy pequeño y coqueto. Las ranitas no podían escapar de su destino y saltaban si cesar. En uno de esos saltos, una de ellas cayó al suelo y quedó a merced de las crueles pelusas. Cuando mi hermana vio que faltaba una ranita empezó a buscarla por toda la casa. Pasaron varios días hasta que la encontramos debajo de su cama, rodeada de pelusas y a medio devorar. A todos nos tiembla la voz y se nos humedecen los ojos cuando recordamos el destino fatal de la dulce ranita.

Recreación del momento en que las pelusas atacaron al batracio (las imágenes son especialmente duras y pueden herir la sensibilidad de quien las vea):




Un último dato acerca de la etiología de las pelusas. Prefieren los climas fríos e invernales. Estos son los meses en los que más activas se muestran. Así que, advertidos quedáis. ¡Llevad cuidado con las pelusas y usad la escoba!"

jueves, 28 de octubre de 2010

El mal Bovary

Evitas los espejos.

Se te hiela la sangre cuando ves su sombra, en ti, en otros.

Y piensas que la vida te espera, aquí, o en otra esquina.

La buscas y no hay suerte.

El mal verdadero.

No creo en Madame Bovary porque Emma Bovary soy yo.